La ética y los valores universales rigen los comportamientos individuales y colectivos de los seres humanos, en todos los contextos sociales: la familia, el trabajo, la comunidad y la escuela, entre otros, las personas se ven inmersas en situaciones donde reaccionan o responden de diversas formas, por ello la ética y los valores cumplen un papel fundamental, en términos del “buen actuar” y del bienestar común. Una reflexión ética proviene fundamentalmente de una evaluación interior,
es decir se considera personal el ejercicio de revisar el comportamiento frente a ciertas situaciones.
En este sentido, la ética sería relativa ya que cada persona puede desarrollar una
perspectiva del buen actuar. Sin embargo, en el marco de una sociedad, una cultura, una institución específica, los individuos aprenden que ciertos comportamientos y actitudes son los deseables y esperados por las demás personas.
Para el caso del SENA, el código de ética parte de las múltiples dimensiones de los y las aprendices (dimensión individual, social, comunitaria, espiritual, laboral, sexual, académica, política, entre otras) que al ser reconocidas contribuyen a la comprensión de la formación integral. De estas dimensiones, cabe resaltar la proyección social, comunitaria y nacional de su formación, es decir, los y las aprendices SENA, deben ser no solo personas íntegras, con alto sentido ético, sino seres humanos que tengan la capacidad de proyectar su trabajo, creatividad y compromiso hacia el país.
El aprendiz SENA debe apropiar especialmente
los valores de libertad, justicia, respeto,
solidaridad, responsabilidad y tolerancia, para
aplicar a su propia persona, a su relación con
los y las demás y con el medio ambiente
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